¿Qué es el botox?
El botox (o toxina botulínica de tipo A) es una neurotoxina que se usa con fines médicos para tratar algunas enfermedades neurológicas y en medicina estética.
Al inyectar botox en la piel, este relaja las fibras de los músculos para disminuir su potencia de contracción. Esto hace que la comunicación con los nervios se corte, de forma que acaba originando una parálisis al no recibir órdenes. Por este motivo se suele utilizar en cosmética para frenar la aparición de las arrugas.
Aplicaciones del botox
En la actualidad el botox se suele utilizar en diferentes aplicaciones médicas, principalmente para tratar el estrabismo, las distonías, el blefaroespasmo (contracción intermitente e involuntaria de la musculatura del ojo), las algias vertebrales, la migraña, la hiperhidrosis o la incontinencia urinaria en parapléjicos.
En cuanto a la medicina estética, su aplicación más conocida es para la eliminación de arrugas faciales, ya que es el remedio que ofrece más ventajas: no requiere cirugía, se puede aplicar en cualquier momento, es indolora, sus efectos son inmediatos y muy rara vez produce efectos adversos. Se suele aplicar en el entrecejo, la frente, el perímetro de la boca, a los lados de los ojos y en el cuello.
Los efectos del botox no son permanentes, por lo que si una persona desea mantener sus efectos deberá someterse a su aplicación en repetidas ocasiones. La duración media de un tratamiento dura entre 4 y 6 meses (aunque en algunos pacientes sólo dura dos meses). Una vez transcurrido este tiempo, las personas que deseen continuar con el tratamiento deben esperar otros tres meses para volver a aplicar la terapia.
Otro de los usos que está creciendo en popularidad es el botox capilar. Este procedimiento consigue reparar el cabello dañado y aportarle vitalidad consiguiendo reforzar las puntas y eliminar el encrespamiento. Sin embargo, realmente no se trata de botox, sino de un concentrado de vitaminas, caviar, colágeno, proteínas y otros componentes.